Hoy, cariño, será una de esas noches
en las que no me resistiré a llamarte
de las que siento las mejillas rojas
y exultantes,
tirantes de las comisuras de los labios
jugando a contraer mi rostro,
acercándose a una sonrisa despreocupada
y claramente intensa.
Hoy, cariño, es una de esas noches
en las que los principios pierden peso
y se quedan
bajo el colchón y las sábanas.
Dejaré atrás el pudor y el ridículo
me reiré de la situación sin dejarte
respirar entre nubes de besos
y, sin darte apenas cuenta,
me colgaré de tu cuello
los ojos brillantes y el alma pululando
borrosa, inquieta, por superarse
tan sólo un poquito más.
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