jueves, 31 de marzo de 2011

Una de esas noches

Hoy, cariño, será una de esas noches 
en las que no me resistiré a llamarte
de las que siento las mejillas rojas
                                                y exultantes, 
tirantes de las comisuras de los labios 
jugando a contraer mi rostro, 
acercándose a una sonrisa despreocupada
y claramente intensa. 
Hoy, cariño, es una de esas noches
en las que los principios pierden peso
y se quedan
bajo el colchón y las sábanas.


Dejaré atrás el pudor y el ridículo
me reiré de la situación sin dejarte
respirar entre nubes de besos 
y, sin darte apenas cuenta, 
me colgaré de tu cuello 
los ojos brillantes y el alma pululando
borrosa, inquieta, por superarse
tan sólo un poquito más.

viernes, 25 de marzo de 2011

Untitled. Elisabet Senger

              Y así, otro de los contrafuertes se derrumbó, dejando la fortaleza un poquito menos infranqueable. A ella le hubiera gustado saber si uno más de aquellos recuerdos la hubiera seguido debilitando o si, por el contrario, la hubiese hecho algo más fuerte. En vez de eso, decidió evitar cualquier tipo de evocación a aquel mundo que vivió hace tan poco, pero que se le antojaba ya tan lejano. Se dedicó, pues, a la ardua tarea de mimetizarse con el entorno y a ser feliz adaptándose, aun consciente de su necesidad de padecer. 


              El dolor la hacía, sin duda, sentirse viva y desdichada; la hacía poesía, arte, y pathos, todo pathos. Toda ella era un corazón bullente, una pieza magistral que vibraba al compás de cada llanto y, por lo tanto, de cada lágrima, de cada respiración entrecortada inundada de agua salada y reproches a sí misma. 


              Ella era todo pasión, aventura y sonrisas pícaras. Era por todos conocida su afición a hacerse la mayor y el regocijo que sentía al verse invadida de adrenalina maliciosa y enfermiza. El mundo entero bombeaba nuevas situaciones a las que enfrentarla. Ella odiaba la rutina y, sin embargo, la eligió.




Continuará...

sábado, 19 de marzo de 2011

Vacíos e influencias

Anoche volví a salir después de tanto tiempo y volví a toparme con ese vacío al que creía estar acostumbrada. Con nadie pude hablar de arte, de filosofía o de cine, tampoco de música. En lugar de eso, en cierto momentos hubo silencios incómodos y muchas risas insustanciales. No me quejo, entiendo que de vez en cuando está bien evadirse, no lo niego, pero se echa en falta y te hace irte a casa como con el estómago vacío. Más aun si te ves asediada por imposiciones sociales típicas como el botellón o lo que es lo mismo, llegar a un estado de embriaguez tal, que olvides que eres persona para volver a sacar tu originario animal. No, supongo que ya he pasado esa fase. Como tantas cosas en mi vida, todo ocurrió hace mucho, y ahora parece que con 20, tengo 30. Mis disculpas hacia esta, mi sociedad, pero no me apetece pasar frío, destrozarme el estómago con alcohol barato y acabar haciendo cosas de las que pueda arrepentirme. 



Además, con lo agradable que es tomarse unas cañas con buena compañía al infravalorado sol. O cenar en casa de unos amigos y acabar la noche entre risas y alguna copa innecesaria, pero espontánea. No, es mejor salir a beber. ¿Me estaré haciendo vieja, como me tildaban anoche? También sosa, quejica y aburrida. Siento no compartir el modo de diversión imperante. Lo siento, no lo puedo evitar. Prefiero mil veces ver una buena película, escuchar música, leer o mantener una conversación interesante con una taza de té. Asi soy yo, todo un cliché.

 
Intentando paliar todo eso, empiezo a leerme 1984, de George Orwell, que espero me deje tan satisfecha y antisocial como el libro de la misma línea, A Brave New World
Ando entre insatisfacciones, sin embargo, ya que mi economía se resiente cada vez más si añadimos que lucho por ahorrar -sin fuente de ingresos oficial- para el retorno a mi germánica tierra olvidada. 
Por no hablar de la indecisión de no saber qué hacer con mi vida, qué camino elegir o qué ponerme cada mañana. Descubro finalmente que soy insegura y que, eso en parte me hace estar abierta a cualquier opinión o influencia, aunque luego digan que no soporto las críticas.