lunes, 19 de septiembre de 2011

Tan desolada...que quisiera dilui-IRME

- Se necesitan refuerzos, se necesitan refuerzos peligrosos, tentadores, pero altamente satisfactorios.
- Refuerzos que llenan todos esos huecos que la base estándar no gusta de suministrar. 
- Complicidad, RESPUESTA, atención... El sujeto número 136210 muestra señales de aturdimiento, incomprensión y cierta desgana a causa del poco material del que dispone. 
- Es, sin embargo, sutil en su búsqueda de viejos pero imperecederos recursos, que extrae de su base de datos original.
- El resto de los componentes se descubren desgastados y empobrecidos por la escasa exposición a agentes revitalizantes. 
- No está en estado crítico, pero presenta síntomas de una posible desconexión automática y lenta del mundo exterior.
- Siempre y cuando ésta sea automática, no será perjudicial para su entorno.|



Date: 19.09.11


  

martes, 6 de septiembre de 2011

La infancia...

               Después de tanto, paso por aquí gracias a algún que otro recuerdo que se ha paseado por mi cabeza repentina e inesperadamente sobre mi infancia. Hoy me he levantado echa una mocosa, he desayunado leche con Nesquick, y he buscado "pumuki" en Google. 
                       


           La mayoría no creo que conozcáis a este personajillo que amenizaba mis mañanas supliendo esos dibujos tan tan tan (nótese la ironía después de 3 "tans") molones como "Dragon Ball" y esas cosas que habréis visto vosotros, los de mi generación. Yo en cambio veía a un duendecillo travieso de pelo rojo, ropa ajada y pies descalzos, que de vez en cuando bebía un poco de cerveza alemana y que revolucionó la imagen, utilizándose un dibujo animado y personas reales en los mismos fotogramas. Yo lo veía en alemán, pero por lo que he encontrado, aquí también se emitió, pero siempre es mejor verla en v.o. -sobre todo por esa voz de macarra que le pusieron al doblarlo al español-.


            De este no puedo pasar sin recordar a la otra pelirroja de rigor, la que para vosotros siempre ha sido Pipi Calzaslargas, y para mí Pippi Langstrumpf. Supongo que ser hija de alemanes afecta, y mucho, hasta el punto de ver la serie en versión original, grabada en VHS y posteriormente enviada hasta aquí -¡gracias!-. 

                          
               Siempre me he sentido fuertemente ligada a esta chica rebelde, sesentera y ya un poco punk -y ahora más que tengo el pelo naranja!- que prefería ir vestida como le daba la gana a quedarse sin comer todas las chuches que quisiera; por no hablar de esa forma tan increíble de limpiar el suelo, utilizando cepillos como patines...

               Más allá de cualquier convencionalismo, ella hacía lo que quería, tenía un caballo y un mono, y una casa para vivir ella solita con un cofre lleno de monedas de oro para que nunca le faltara de nada -así yo también soy poco convencional!-. Podría estar poniendo fotos de ella y de la actriz todo el post porque me parece guapísima aun siendo así de grunge

                       



               Por otra parte, estaba la otra, la Pippi Langstrumpf americana, la amada Punky Brewster

                      
             De ésta sí que me ha costado encontrar una imagen "decente" porque sólo salen fotos de la actriz de mayor jodiendonos la infancia a todos con muy poca ropa, pero al menos está esta, no es adorable? Otra rebelde que con su nombre hace además una declaración de intenciones. En común están las pecas, que a mi se me van yendo con los años, pero que en ellas quedarán para siempre como signo de identidad. 


             En fin, después del repaso televisivo, quedaron cosas como ver el tour de Francia en braguitas por el calor, comiendo mandarinas, o jugar sentada en una manta en el suelo. Testigos como mi hermana dicen que hablaba en sueños y pedía dinero para comprar helados, y que me echaba siestas a las que me resistía pero que al final duraban hasta las 19h de la tarde. El parque del Alamillo -que recuerdo de una manera muy distinta a la de ahora-, la cámara de vídeo que me gustaba coger para perseguir a la gente, y los baños con la que era mi mejor amiga, las dos metidas en una bañera que nos parecía un océano. Los veranos en matalascañas con toda la familia. Los cumpleaños, el juego aquel de la olla y la cuchara de palo -caliente, caliente, helado!-, y cómo me picaban las medias del uniforme del colegio de monjas, y despertarme en mitad de la noche porque mi hermana encendía la luz de la habitación cuando volvía de fiesta -sí, sí, también me acuerdo!-. Y fregar los platos subida en un cubo rojo porque no llegaba...
                                        
            Seguro que se me olvidan muchas cosas, pero son recuerdos tan íntimos, tan lejanos y profundos, que vienen de vez en cuando, sin que los busques demasiado.