domingo, 21 de octubre de 2012


                Sólo es química. Es cuestión de tiempo que aminore. Hoy lo ha hecho un poquito más. 
 :)

jueves, 18 de octubre de 2012

Don't talk with a ghost

A veces no me doy cuenta de que ya no quieres estar conmigo. Incluso con las evidencias claras como que, simplemente, podrías llamar y decir "Eh, me arrepiento de todo, estemos juntos para siempre, voy a buscarte princesa", y no lo haces, o podrías simplemente presentarte aquí -tengo espejismos de coches verdes frente a mi ventana-, y, no sé, rescatarme, pero no lo haces.
Me pasa, sobre todo, cuando termino de llorar, porque he llorado recordando los buenos momentos, el antiguo tú, el que ya no existe. Lloro por tu muerte. Y justo entonces, cuando más lloro tu funeral, creo que aun vives, porque me niego que alguien tan especial se haya desvanecido. Es entonces cuando me creo capaz de llamarte, de contactar contigo, de preguntar "¿como estás?" a un fantasma.


No te aferres


Tú me has dejado aquí, sola, con todos mis miedos, mis remordimientos y mis malos pensamientos. Me has dejado y eso es algo que egoístamente, no puedo comprender. Soy como una huérfana a la que quisieron demasiado pero no pudieron soportar tenerla. Y pensar que apenas hace un mes vi cómo llorabas por mi por primera vez, vi cómo te rompí el corazón y no entiendo cómo entonces no reaccioné a nada. Cada vez que me di por vencida, cada vez que creíste haberme perdido, no era más que un simulacro para que reaccionaras, porque necesitaba sentir todo ese amor que demostrabas cuando veías que lo nuestro iba a terminar. Sólo quería eso. Saber que ese del que me enamoré seguía ahí, haciéndome sentir la única en el mundo, la única posible...

Pero al final no, al final sólo me hiciste sentir como alguien a quien podías sustituir en cualquier momento, alguien a quien poder reemplazar en cuanto no te sintieras culpable por haberme dejado. Otra más en la lista de las que no pudieron ser, y por las que no valía la pena esforzarse y dejar todo al azar. Como ves, intento exonerarte. Me hago creer que simplemente el cosmos o lo que sea no quería que estuviéramos juntos, y tu simplemente le hiciste caso, dejaste de sentir. Y no sé porqué lo hago, porque realmente no te lo mereces. Nunca olvidaré todo lo mal que lo hiciste, todas esas veces que esperé algo de ti, no algo más, algo. Que volvieras, que lucharas, que no te conformaras. Tantos recuerdos, tanto tiempo juntos para sentir que no me conocías de nada, que no sabías que esos simulacros eran intentos desesperados de que me prestaras atención. Y sigo justificándolo, cuando al escribir todo esto me doy cuenta de que realmente nunca me quisiste lo suficiente, o al menos no en el momento correcto. Y si leyeras esto, tú no te revelarás, te enfadarás porque no paro de decir tonterías cuando tú sólo estás pensando en olvidarme. Te resultará fácil. Apenas recuerdas los últimos días, y los últimos días yo era la mujer más desdichada del mundo.


Demasiado enamorada de alguien que ya no existe.
"Please, please come and save me
Tell me what's wrong with my brain
Cause I seem to have lost it"




I lost a man between memories. I'm in love with a memory. Memories in which he said that I was the love of his life and wanted to live with me forever. All that has gone into the black hole of memories, the world of broken hearts. The cosmos has caused this. That is irreversible. I hate the cosmos. He, in a parallel universe, still love me like the first day. 

                       

Amores ridículos

El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido.
                                                                                           

                                                                                           El libro de los amores ridículos, M. Kundera
She had a heart after all. 

lunes, 18 de junio de 2012



Llevo un tiempo alejada, pero aun tardaré en volver. 

He nacido en la era equivocada.

martes, 24 de abril de 2012

La comedia es drama + tiempo

Te das cuenta cuando echas tanto de menos a alguien, que te parece verlo por la calle. Pero es efímero. Un cuarto de hora más tarde te ríes de cualquier otra cosa, escuchas música o simplemente te enfrascas en cualquier otra historia ajena contada por un autor de esos a los que te gustaría parecerte. Parecerte, de refilón, a un Woody Allen, a un Palahniuk, o a un Stephen King, que está claro que tienen más mundo que tú porque tú sólo puedes tener espejismos de personas que nunca volverán a tu vida. Al menos no como antes.

Piensas en el pasado, en qué había allí, en ese espacio tiempo que pensaste que sería eterno. Que todas esas personas siempre estarían contigo pasase lo que pasase. Y ahora, todos son unos desconocidos. Cada uno de ellos ha tomado una o dos decisiones importantes que les han llevado a anular el personaje que eran cuando se sentaban cerca de ti y te sonreían. Cuando sentían por ti.  Te miras a ti y, de estar tanto tiempo recordando, te descubres desconocido, como un extranjero en tu hogar del presente.

No jodas, la vida es más cruel de lo que te pareció cuando te lo advirtieron. Es triste oír que "ya no podemos ser amigos porque hemos cambiado tanto...". Qué desesperanza. Dejar entrar a personas en tu vida con la incertidumbre más bien negativa de que luego sólo te harán sentir un extraño. Las risas, los abrazos, la complicidad. Todo fue un intercambio matemático de algún tipo de componente químico que hizo que en ese instante te sintieras pleno, en armonía con el mundo. Ahora, ese intercambio se lleva a cabo con otras personas, pero es la misma ecuación. Tú sólo eras un número de registro, con un nombre de X letras.

Como en 'Los músicos de Bremen', nos han ido recogiendo con la esperanza de hacer grandes cosas juntos, pero...¿realmente era lo que esperábamos? ¿Acaso no tuvimos la ilusión de prolongar esos momentos hasta siempre? Yo al menos soñaba, con mi mejor amiga (a los 8 años), que viviríamos juntas en algún lugar del mundo, que no nos separaríamos. Ahora apenas la veo una vez al año, si es que el destino me lo permite con cierto tono de humor.


¿Sabéis qué? Os lo adelanto: todo lo que tenéis a vuestro alrededor es efímero. Todo cambiará de un modo u otro. Evolucionará perpetuándose o desparecerá de vuestra vista, y no podréis hacer nada por evitarlo. De hecho, no os extrañéis si sois vosotros los artífices de tal erosión vital.

Lo siento. Desearía ser como el resto, que ni lo piensan más de 2 segundos y aprovechan el tiempo para llenarlo de amistad, pero...tengo grandes tendencias a la sociopatía. Tiene algo que ver con mi carácter elitista y exigente. Rara vez alguien NO me decepciona. Rara vez alguien no da todo lo que yo estoy dispuesta a darle, y todo se va al garete. Incluso podría decir que a veces me involucro tanto que acabo enamorándome de alguna forma platónica de ese nuevo amigo/a. Y si me analizas emocionalmente, no querrás conocerme, no querrás involucrarte. Sólo me llamarás "conocida" (y este adjetivo nunca fue menos acertado), e intentarás no quedar conmigo más de 1 veces al mes, con suerte. Me tendrás contenta porque sabes que soy socialmente inestable con exageradas muestras de cariño en esa ÚNICA cita mensual. Hasta que yo necesite más y tú te asustes.

Me saludarás por la calle, si es que yo no me he encargado de terminar la relación caótica e intensamente, como a mí me gustan los finales, y me llamarás "Eli", pero querrás decir, "Hola, desconocida".




viernes, 27 de enero de 2012

9+-*/8

9+-*/8
 ¿Y más escritura automática, eh? Hablemos de otro tiempo.
Me encantó Midnight in Paris porque es de Woody Allen y porque tengo las mismas inquietudes que el prota. Quisiera haber vivido en otro tiempo, porqué no. Un tiempo en el que no me pare a ver fotos de sueños, si no a vivir los sueños.
¿Hoy día qué hay? Esto, un portátil, como principal fuente de sueños. Internet, como principal fuente de libertad. Pero qué ha sido de nosotros, ¿humanos? Nos importan más unas películas gratis que hacer películas. En otro tiempo uno se encargaba de un videoclub y 5 años más tarde se hacía cineasta -Tarantino sí que supo arregárselas sin MU-.
¿Y ahora qué? Antes el que quería ser cinemaker ahorraba durante años para una cámara de mierda y hacía grandes cosas. Ahora queremos una 7D o no hacemos nada.
Pero vayámonos más atrás. Antes lo que molaba era montar fiestas en palacio. Entonces no hacía falta que todo el mundo supiera qué se cocía allí. Si no ibas, te quedabas sin orgía rococó y tan listos. Ahora todos queremos ser voyeurs de todos. Si no le enseño al mundo lo bien que me lo paso preocupándome por captar los mejores momentos de mi vida, no soy nadie. Nos hemos vuelto narcisistas, exhibicionistas, espías, voyeurs, envidiosos, arrogantes...ah, y todo eso recíprocamente. Es un círculo vicioso. Hay qué ver lo que nos gusta mirar sin ser vistos.
Tanto mirar y mirar, he querido ser anfitriona de los guateques de Janis Joplin, amante de John Lennon, o musa de Bouguereau. He querido pasear por un pasillo de columnas con Platón y ser su amor platónico, tener un affair con Nietzsche aprovechando que me llamo como su hermana, o comprarme un perfume en París para mi viaje al carnaval de Venecia.
Hubiera querido ser todo lo que no puedo ser ahora, y quisiera morirme sólo para comprobar si podré conocer a todos esos artistas de los que he sido voyeur en algún momento.

Por cierto, ¿qué haces por aquí metiéndote en mi cabeza? Get off.

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)



Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)
Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 

Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe. 

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato. 

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida. 

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza. 

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

sábado, 14 de enero de 2012

Happiness hit her...

Nunca hice balance. De lo bueno, de lo malo. O más, bien, de lo ocurrido. Todo ha sido bueno y malo según para qué y según hacia qué. 
Estoy en mi equilibro, sin embargo. Tengo esa dulce sensación de independencia, esa sensación de soledad y libertad a partes iguales. Faltó tiempo para darse cuenta de que soy distinta, normalmente para mal. 
Atraer, atraer...distraer, distraer. Expulsar a gente de mi vida como si se los llevara por delante un tren al que nunca quise subirme pero que necesitaba. La amistad no existe. El amor no existe. El odio tampoco. Son palabras, conceptos, diáfanos, moribundos, putrefactos, altamente efímeros. Los odio a todos, a los conceptos, digo. Un instante de mi vida quiero ser "amiga" de todo el mundo y lo que me mueve es un sentimiendo de felicidad extraña. Te despiertas un día bailando porque el día anterior ha sido un día de perros y quieres compensar, equilibrar, hacer más justa la balanza. 


Pero quizá otro día prefieres escupirles en la cara, decirles que te han hecho sentir un pequeño ser incomprendido que nunca supo darse cuenta de las cosas y de que, sobre todo, ya es demasiado tarde.Siempre hubo algún momento en el que te parecieron estúpidos, esos pequeños seres que intentan ser normales y se hacen diminutos. Luego tú eres esa estúpida.