sábado, 8 de octubre de 2011

Courage. Passion. Luck.


             Cada día voy a un sitio donde me enseñan cosas. Sí, me enseñan muchísimas cosas que me hubiera encantado aprender en años anteriores. Voy a un sitio donde no necesito más que escuchar para darme cuenta de que este es mi sitio. Se llama universidad, o facultad, o como quieras llamarlo. Este lugar, al menos en mi especialidad, te ofrece un mundo de posibilidades que distan en gran medida de lo que yo esperaba de mis estudios. 

             Hay algo que es primordial, claro está, y eso es formarse. En los tiempos que corren, formarse es casi un pasatiempo, un puente, a veces de espera, hasta tiempos mejores. En este lugar me forman, pero también me transforman y sobre todo: me hacen crecer. Lejos de mi concepción de una universidad práctica, impersonal y empresarial, me he topado con unas clases que hacen que me pregunte cosas, que me dé cuenta de cómo de importante es el esfuerzo por encima de la casualidad y la pura fortuna. En este mundillo cineasta, el esfuerzo es tanto, que si no, puedes acabar reprimiéndote a tí mismo.  



             Últimamente esta disyuntiva está de lo más de moda en mi vida. O te conformas y te vendes al mercado, a lo que se te ofrece, y creas un producto, o por el contrario, te rebelas, y creas arte, algo de lo que sentirte orgulloso, aunque no a todo el mundo le guste. Es más, sólo un grupo reducido de personas te lo reconocerá. Suena duro. Suena espantosamente difícil. ¡Como si no fuera ya bastante complicado hacer una película! Además, teniendo en cuenta cuán social es el ser humano, y cuánta necesidad de sentirse dentro de un colectivo tiene (ya sea mínimo, como una pareja), esforzarse para ir contra corriente es hasta un poco suicida.   
Closer, por ejemplo, es una pedazo de película, pero no gusta.


              Lo que es, es frutrante. Muy mucho. Te entregas, te arrojas, lo das todo, y eres nada. Se olvidan tus esfuerzos, tus reproches, tus deseos de cambio. El mundo entero pasa de ti. Se premia el conformismo, lo inane, lo superficial. Se lleva la normalidad. Si quieres encajar, sé un hijo de puta. Si no, prepárate. En un mundo en el que los sentimientos más que sentirse, se compran, ¿dónde encajo yo? 


              

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